Tramas, derechos y tensiones. El movimiento de la diversidad sexual en el Uruguay durante el ciclo progresista (2005-2020)
- Julián Reyes (Departamento de Sociología, Universidad de la República)
Esta ponencia se enmarca, y se desprende como uno de sus productos, de un proyecto de investigación más amplio, titulado “Conflictos sociales en el Uruguay progresista”, coordinado por Alfredo Falero y llevado adelante en 2020 y 2021, con financiación de la Comisión Sectoral de Investigación Científica de la Universidad de la República (Uruguay).
El proyecto tuvo por objeto abordar los conflictos sociales durante el ciclo progresista en Uruguay (2005-2020), a partir de siete núcleos: ambiente, derechos humanos, diversidad sexual, educación, feminismo, seguridad social y vivienda. Para cada uno de estos núcleos, los objetivos fueron: identificar actores protagonistas y sus tramas organizativas, reconstruir los sentidos de la lucha social, describir las dinámicas de movilización, y caracterizar la relacion de los movimientos con los tres gobiernos sucesivos del Frente Amplio. En esta ponencia se presentan los principales hallazgos, estructurados de acuerdo a los cuatro objetivos, para el caso del movimiento de la diversidad sexual.
Si bien puede indicarse su emergencia en el Uruguay post-dictadura, el movimiento de la diversidad sexual uruguayo ha logrado un protagonismo significativo en las luchas políticas en las últimas décadas. En la «era progresista», la Marcha por la Diversidad devino en una de las principales manifestaciones del país —aumentando su concurrencia año a año—, surgieron nuevos colectivos y articulaciones, la diversidad sexual tomó gran notoriedad en las políticas públicas de los gobiernos del Frente Amplio, y varios hitos legislativos —como el Matrimonio Igualitario, del 2013, o la Ley Integral para Personas Trans, del 2018— tuvieron un lugar central en el debate público, con posicionamientos importantes de diversos actores sociales, político-partidarios, religiosos y académicos.
En este contexto, la diversidad sexual se politizó de diferentes formas: plataformas políticas de corte institucionalista, manifestaciones artísticas, teorizaciones «cuir», prácticas de «corrección política», problematizaciones «interseccionales», vinculaciones heterogéneas con el Estado, y múltiples influencias e intercambios con las organizaciones más clásicas de la izquierda social, como las del movimiento sindical y las del movimiento estudiantil. También, y en sintonía con el contexto regional, aparecieron múltiples resistencias; avanzaron —sin una expresión de movilización masiva pero con particular fuerza— acciones políticas conservadoras, que homologaron la corrección política al totalitarismo, denunciaron una crisis de valores, y defendieron la idea tradicional de familia, con su necesario componente heteronormativo y su característica división sexual del trabajo y del reconocimiento.
Estas nuevas formas de organización y manifestación, el grado de visibilidad, las conquistas logradas y la centralidad en el discurso progresista, hacen del movimiento uruguayo de la diversidad sexual un objeto pertinente de investigación para la sociología de los movimientos sociales y la acción colectiva. Algunos antecedentes relevantes en la temática: Sempol (2013),
En el marco de un diseño de investigación cualitativo, el relevamiento empírico se valió de dos técnicas: el relevamiento de prensa y la entrevista en profundidad semi-estructurada. El relevamiento de prensa del período 2005-2020 se basó en las noticias de los periódicos nacionales El Observador y La Diaria. Para el año 2005 en El Observador se hizo un seguimiento día por día, mientras que a partir del 2006 y hasta el 2020 la búsqueda se realizó a través de un conjunto fijo de palabras clave: lesbiana(s), gay(s), homosexual(es), transexual(es), transgénero, travesti(s), trans, sexualidad, diversidad sexual, ovejas negras. Las noticias de la Diaria se relevaron desde el 2009. Con este relevamiento se conformó una base de datos con 470 eventos en el marco de este núcleo conflictivo, 265 extraídos de noticias de El Observador y 207 de La Diaria.
El relevamiento de prensa se complementó con la realización de siete entrevistas en profundidad a militantes del movimiento, y también se recurrió a entrevistas realizadas en el marco de mi monografía final de grado, a 10 militantes trans de diferentes organizaciones.
A partir de la información relevada, se desprende la importancia de la «era progresista» para la re-emergencia y consolidación del movimiento de la diversidad sexual en Uruguay. Fueron numerosas las conquistas logradas en el período, considerando tanto las transformaciones en materia legislativa y de políticas públicas como el despliegue en las movilizaciones, así como los cambios profundos en el sentido común de la sociedad en general respecto a la diversidad.
Respecto a las tramas organizativas, se presenta una tensión entre, por un lado, una articulación política amplia entre gays, lesbianas, bisexuales y personas trans, y por otro lado la politización particular de cada una de estas identidades. En esta tensión se contraponen los elementos comunes de opresión de la población LGBT y la productividad política de accionar colectivamente de forma unitaria, con las diferencias entre los efectos particulares que la lgbt-fobia implica para las distintas orientaciones sexuales e identidades de género, y las relaciones de poder internas al movimiento.
Las demandas del movimiento consistieron fundamentalmente en la ampliación de derechos «universales» a las personas LGBT, como el matrimonio, la adopción o el acceso a la salud pública, y en la atención focalizada a situaciones de fuerte vulneración social, principalmente las de las personas trans, a través de políticas sociales. La significación de estas demandas en horizontes de transformación más amplios fue heterogénea, convergiendo discursos que buscan el reconocimiento de la diversidad de formas de habitar el género y vivir la sexualidad, con posiciones «disidentes» que enuncian la subversión del orden cis-heterosexual.
La dinámica de movilización en el período estuvo fuertemente marcada por la interacción con el Estado, impulsando un nuevo marco legislativo e interviniendo de distintas formas en las políticas públicas. Más allá de esta dinámica, debe destacarse la importancia y masividad que fue asumiendo a lo largo de la «era progresista» la Marcha por la Diversidad, que comenzó a realizarse en 2006 y con los años se convirtió en una de las manifestaciones más importantes del país.
La relación del movimiento con el gobierno-Estado fue muy fuerte durante el período, a través de demandas legislativas, propuestas de políticas públicas, participación en espacios institucionales abiertos a las organizaciones, y ocupación de cargos políticos por parte de referentes del movimiento. El grado de cercanía a las gestiones frenteamplistas fue variable entre las organizaciones, si bien hay cierto grado de acuerdo en el reconocimiento a la apertura de las gestiones frenteamplistas a las demandas del movimiento, y en la necesidad de que el movimiento social mantenga su autonomía. Este último imperativo, según los testimonios relevados —aunque con grandes desacuerdos—, fue variable, a veces por intromisiones de actores gubernamentales en el movimiento, y otras veces por la cercanía de algunas organizaciones al partido de gobierno.