2. Movimientos de resistencia y acción política. Feminismos, géneros y sexualidades

Rigoberta Menchú: aportes de una mujer maya en la reconstrucción de una resistencia política colectiva.

  • Constanza Pucci (FaHCe-UNLP)
Resumen

En el presente trabajo nos proponemos abordar el testimonio Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (Burgos y Menchú Tum, 1985) considerándolo como un aporte histórico fundamental tanto por su carácter denunciatorio de la situación a la que se ven sometidos/as las comunidades indígenas y los/as campesinos/as de Guatemala, como por la reconstrucción de la resistencia política que se erige frente al gobierno guatemalteco. En el testimonio, Rigoberta Menchú narra lo que ha vivido con la comunidad quiché y cómo inicia su actividad política colaborando con otras comunidades indígenas y con el Comité de Unidad Campesina de Guatemala, donde lleva a cabo su organización sindical como dirigente. En la oposición de resistencia frente al régimen, ambas maneras de intervenir configuran el agenciamiento político que Rigoberta habita como mujer, indígena y dirigente.
Menchú reescribe sus vivencias realizando, a la vez, un análisis de la situación que destaca por su bagaje político. Ella aborda la situación de las comunidades indígenas y los/as campesinos/as de Guatemala dando cuenta de sus condiciones materiales, la jerarquización social racial y la abyección que genera el sistema. Ella responsabiliza al Estado guatemalteco por la situación de pobreza, discriminación y marginación a la que son sometidas las comunidades indígenas. Nos proponemos articular esto con el concepto de “vidas precarias” de Judith Butler, para dar cuenta de la vulnerabilidad maximizada a la que dichas comunidades están expuestas. A su vez, vincularemos la designación diferencial de un valor a la vida con las imágenes con las Rigoberta compara a los pueblos indígenas a partir de la discriminación y exposición a la violencia y la muerte, que dan cuenta de la puesta en duda de su reconocimiento como personas. En la distribución diferencial del derecho al duelo (Butler, 2010, p.44) encontramos otro de los aspectos mediante los cuales se sitúa a las comunidades indígenas como abyectos.
Asimismo, Rigoberta, como portavoz de las problemáticas que atraviesa su comunidad, las comunidades indígenas y los/as campesinos/as de Guatemala, produce una historia desde un punto de vista que permite visibilizar una historia “otra” que se traza desde sus vivencias y las de otras como mujeres e indígenas. En ese sentido, ella aborda una serie de problemáticas específicas que atraviesa la mujer indígena como la feminización del cuidado en un contexto de vulnerabilidad maximizada, la corporalidad expuesta a la amenaza de la violencia sexual, y la deslegitimación de la mujer en la organización política sindical, entre otras. Estas problemáticas las experimentan tanto por su etnia, como por su clase y su género, marcas de opresión que se imbrican de manera inescindible (Lugones, 2008, p.80).
La maternidad ocupa un lugar ineludible en la proyección a futuro de las niñas de la comunidad de Rigoberta: les enseñan que cuando crezcan se casarán y formaran una familia (Burgos y Menchú Tum, 2000, p.84). Al casarse, son conscientes de que las condiciones materiales en las que viven no garantizan que todos/as sus hijos/as lleguen a la edad adulta. Rigoberta destaca que es la madre quien acompaña hasta los últimos momentos de vida a sus hijos/as desnutridos/as, mientras que el padre no puede soportar esta situación, y elige evadirse bebiendo alcohol (ibíd., pp.57-58). Frente a esto, Menchú expresa la angustia que le genera la idea de formar una familia, sabiendo que la situación a la que se ven sometidos/as hará que peligre la vida de sus hijos/as, y afirma que no quiere sufrir como su madre (ibíd., p.114). Entonces, el deseo de formar una familia y así continuar con las costumbres de la comunidad entra en tensión con el miedo a experimentar la muerte de alguno/a de sus hijos/as por desnutrición (ibíd., p.248). Si bien en un principio Rigoberta suponía que era una inquietud individual, a través de las conversaciones con otras mujeres indígenas se percata de que era un problema colectivo (ibíd., pp.248-249).
En el ámbito de la organización sindical, Menchú sostiene que dentro del Comité de Unidad Campesina las mujeres que ocupan cargos superiores son deslegitimadas por sus compañeros, quienes minusvaloran sus opiniones (ibíd., p.245). A su vez, ellos restringen la participación de sus parejas, privándolas de la intervención en determinadas tareas o la lucha en general. Frente a estas situaciones, Menchú señala el disciplinamiento de esta clase de comportamientos y el trabajo para generar una organización en pie de igualdad (ibíd., p.246). Con respecto al acceso a la dirigencia, Menchú sostiene que tanto la toma de la voz como la jerarquía dentro de la organización no deben depender de las capacidades intelectuales, la etnia o el género del/la integrante; por lo que propone la democratización del acceso al espacio de la dirigencia.
En lo que concierne a la violencia sexual, las mujeres indígenas son expuestas a distintos tipos de abuso sexual perpetrados por diferentes actores sociales, como el ejército guatemalteco, los terratenientes y jefes de hogar –o, en ambos casos, miembros de su familia–.Por otra parte, Rigoberta aborda la utilización económica de la mujer indígena al describir la elección de las reinas del pueblo, festividad anual que toma lugar en las ferias que organiza cada alcaldía (ibíd., p.232). Ella denuncia el uso económico de las mujeres indígenas, y sostiene que si bien existe una apreciación estética de los trajes, quienes llevan las vestimentas no tienen valor humano (ibíd., p.234). En este sentido, podemos agregar que las vestimentas indígenas forman parte de la historia de Guatemala, riqueza cultural que el gobierno pretende destacar, mientras que las comunidades indígenas no son agentes de dicha historia.
En último lugar, nos interesa resaltar cómo el análisis de las distintas opresiones las que están expuestas las mujeres indígenas se relaciona con la actividad política sindical: las problemáticas específicas de las comunidades indígenas y las mujeres es una razón de lucha del Comité de Unidad Campesina en conjunto. Rigoberta sostiene que los hombres que integran el sindicato deben aprender y luchar a la par de las compañeras ladinas e indígenas. A partir de esto, Menchú distingue que es esto lo que la diferencia del feminismo puesto que, según ella, las feministas conciben al hombre como un enemigo contra el que luchar, mientras que ella considera que ellos son con quienes es necesario organizarse para construir una realidad diferente. Esta enajenación respecto del movimiento feminista se relaciona con su perspectiva interseccional, desde la que entiende que las mujeres indígenas comparten opresiones con los/as campesinos/as ladinos/as y los hombres indígenas, lo cual justifica su organización sindical.

Bibliografía
Burgos, Elizabeth y Menchú Tum, Rigoberta. (2000). Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia. 16ta Edición. México: Siglo xxi, S.A.
Butler Judith (2010). “Introducción”. En Butler, Judith, Marcos de guerra: las vidas lloradas (pp. 13-56). México: Paidós.
Lugones, María (2008, julio-diciembre) Colonialidad y género. Revista Tabula Rasa. 9, 79-101.