4. Afectos, emociones y subjetividades

Diálogos e interrupciones entre la Educación Sexual Integral y la Educación Emocional

  • María Esther QUIROGA (INSHIS-UNPSJB-Cátedra Abierta de Género, Sede Trelew; Asociación Docentes Críticxs del Sur Puerto Madryn) maritaquiroga33@gmail.com
  • María Luisa Gómez (UNPSJB - Cátedra de Género, Sexualidad y Derechos Humanos, Sede Puerto Madryn; Asociación Docentes Críticxs del Sur Puerto Madryn) maratruenos@gmail.com
  • Viviana D´Amico (Asociación Docentes Críticxs del Sur Puerto Madryn) damicomadryn61@gmail.com
Resumen

En esta ocasión queremos compartir la experiencia de haber diseñado, organizado y concretado las 1° Jornadas Provinciales sobre Emociones, Afectos y Escuelas, en el mes de julio de 2023, en la provincia de Chubut.
Partimos de reconocer que la educación moral y la promoción de ciertos valores en desmedro de otros, fue parte constitutiva del proyecto civilizador estatal que tuvo en la escuela uno de sus brazos principales. Las escuelas bajo la aparente neutralidad han jugado un rol activo, curriculum oculto y curriculum nulo mediante, en el moldeamiento de comportamientos deseables y en la producción de sentimientos de rechazo, asco y vergüenza hacia determinados sujetos, grupos, colectivos que podríamos caracterizar como subalternizados, excluidos o minorizados. La ficción de la señorita maestra y el alumno que creó la escuela moderna, descorporeizados, neutrales y objetivos, del mismo modo que se presentó a sí mismo el curriculum escolar, avaló durante más de un siglo dinámicas de aceptación y rechazo, jerarquización de subjetividades y establecimientos de diferencias simbólicas y materiales entre incluidos y excluidos en la trama educativa sin que las escuelas ni la docencia asumiera ninguna responsabilidad ni implicación en ello.
Reconocemos así mismo, con el aporte de las pedagogías y epistemologías feministas que no hay posibilidad de pensar a las subjetividades descorporizadas. Pero advertimos con mucha preocupación el surgimiento de discursos que sostienen que es necesario atender al trabajo pedagógico con las emociones poniendo el acento en procedimientos para su regulación.
Lo que se presenta como Educación Emocional (EE) promueve el desarrollo de habilidades sociales, el control de la impulsividad, la expresión matizada de las emociones en el ámbito escolar y se presenta como una alternativa a la decadencia social, en virtud de lo cual exige su inclusión desde el nivel inicial, antes inclusive que la enseñanza de otros contenidos obligatorios. Detrás de ese título pueden alinearse propuestas vinculadas con el desarrollo de herramientas comunicacionales asertivas; o remitir a un campo que se presenta a sí mismo como validado científicamente y centrado en el funcionamiento del cerebro o de los procesos mentales individuales, pero que al profundizar en ellos se identifican preceptos neoliberales y traslaciones del mundo empresarial al educativo. Otra idea cuestionable es su focalización en el presente y la idea de un mundo feliz subrayando los aspectos individuales. Se asume a la felicidad como el fin último de la vida, lo que hace que una vida sea buena, sin interrogarse acerca de qué felicidad y la de quién es la que se ubica en primer lugar.
Nosotras entendemos que esta línea entra en tensión con otros paradigmas de abordaje de los vínculos y relaciones entre niños y niñas/jóvenes, por ejemplo, el desarrollo teórico y metodológico que viene proponiendo el programa nacional de ESI. Por ello es necesario historizar la EE, situar temporal y espacialmente las diferentes corrientes y posiciones sobre las emociones, la afectividad, rastreando sus genealogías, los supuestos que le dieron origen, las tradiciones que las informan y los efectos materiales y simbólicos que producen.
Al mismo tiempo, sostenemos que ninguna perspectiva pedagógica, inclusive cuando se incluye el trabajo con las emociones, es neutral e incluso aquellas corrientes que pretenden la neutralidad en general tienen como marco encuadres positivistas y normativos. Las emociones siempre están imbricadas con ideología, con política, con jerarquías y relaciones de poder, con la historia y con las condiciones materiales de existencia.
Por ello, un grupo de docentes que integramos la Asociación de Educadorxs Críticxs del Sur, nos propusimos organizar unas jornadas para problematizar la idea que nuestras emociones pueden educarse: ¿se puede enseñar a reconocer las emociones y se puede aprender a controlarlas, regularlas, gestionarlas apelando al conocimiento del cerebro y su funcionamiento, focalizando en algunos aportes de las neurociencias, en particular el concepto de cerebro emocional o no? ¿qué idea de educación se cuela en esas propuestas? ¿tienen la libertad y la autonomía como horizonte o más bien la educación queda unida al sometimiento, la aceptación y la obediencia a lo establecido?
Nos interesa sumar otros enfoques que más que emocionalizar los problemas educativos, se orientan a identificar las condiciones de producción de las emociones y en este camino, la socióloga Sara Ahmed, es una referente ineludible. Ahmed (2014: 305-347) propone hablar de economía afectiva, identificando de manera prioritaria las condiciones de producción y los circuitos de distribución de la afectividad. En tanto la emocionalidad se reconoce como material y simbólica, no importa tanto la pregunta acerca de qué son las emociones sino cómo funcionan, cuáles son las prácticas individuales, colectivas, institucionales que las producen, imbricando las emociones con la ideología, la política, las jerarquías y las relaciones de poder.
En las jornadas fue posible caracterizar los supuestos epistemológicos, teóricos y políticos de las propuestas de EE, que tanto han informado proyectos de ley de educación emocional en diferentes provincias del país, como se han vuelto parte del vocabulario corriente de la docencia junto a la incorporación de técnicas, recursos, materiales didácticos que tienen por objetivo enseñar a reconocer y gestionar las emociones desde el nivel inicial y a lo largo de toda la educación obligatoria.
A la par de esa caracterización, hubo aportes para la asunción de una posición docente crítica, reponiendo debates y cuestionamientos de tradiciones feministas de larga data, como son la crítica a tradiciones modernas y positivistas que entronizan la razón a expensas del cuerpo y también la afirmación que las emociones siempre están encarnadas o corporizadas.
La organización de las jornadas fue una apuesta a que las escuelas pueden ser lugares comprometidos con los derechos humanos y la democracia, construyendo cotidianamente, de la mano de la ESI y no sin ella, presentes y futuros justos e igualitarios.