5. Teorías, representaciones y producciones culturales

Facetas materiales, performatividad de género y devenir histórico en la constitución de la identidad travesti en Buenos Aires (1962-1975)

  • Mag de Santo (CINIG - Conicet)
  • Marce Joan Butierrez (Área sobre Géneros Poíticas y Disidencias - Universidad Nacional de Salta)
Resumen

En este trabajo nos proponemos realizar el análisis de algunas manifestaciones culturales de los años previos a la última dictadura militar Argentina, específicamente entre la primera presentación en Buenos Aires de la artista transexual francesa Coccinelle (1962) y la realización del film popular “Mi novia él…” (1975). Consideramos estos dos eventos significativos como hitos claves que demarcan un momento de gran ebullición de producciones culturales y artísticas, tanto del ámbito mainstrem como de la escena popular, que reflexionaban o espectacularizaban la cuestión del sexo, la transexualidad, el travestismo, etc. Aspiramos con este análisis a producir nuevas teorizaciones sobre las dinámicas de la performatividad del género, las facetas materiales que intervienen en ésta y el devenir histórico de lo trans/travesti en Argentina durante la segunda mitad del siglo XX. Para esta investigación nos valdremos del archivo de redacción de Editorial Sarmiento (Diario Crónica), memorias orales y películas.

Desde los inicios de la década del sesenta se popularizaron dos tecnologías médicas que fueron centrales en la construcción de los cuerpos trans: las hormonas y las cirugías de “cambio de sexo”. A partir de 1961 se difunde el uso de anticonceptivos hormonales, que fueron utilizados de forma clandestina por travestis y transexuales para adquirir rasgos femeninos y en 1952 se realizó la primera operación de afirmación de género a Christine Jorgensen, tras lo cual se popularizó esta cirugía en Europa y los Estados Unidos. Además, en este período se habilitan nuevos discursos sobre la sexualidad, sumado a otra serie de transformaciones de la vida doméstica que iniciaron el proceso de modernización de las vidas y de la representación de las mujeres: la constitución de una feminidad burguesa independiente, blanca, delgada, sexy, delicada, que tiene como ícono a Marilyn Monroe. Así, una serie de atributos del sujeto occidental moderno urbano se iría implantando en nuestras latitudes y el globo.

Este proceso se tradujo en Argentina durante los sesenta y setenta en la habilitación parcial para hablar sobre el sexo, el erotismo y el deseo. Los espectáculos de la Revista Porteña, los films eróticos de la Coca Sarli, la representación caricaturesca de la mujeres Divito, la publicación de la revista Claudia, entre otros, fueron permeando la representación pública de lo femenino. En particular, nos interesa destacar que en 1962 Buenos Aires recibió la visita de Jacqueline Dufresnoy, una artista transexual francesa reconocida bajo el seudónimo de Coccinelle que alcanzó gran popularidad como actríz, vedettes y cantante. Su visita impactó en los medios de comunicación porteños, y del región, pero también influyó en la agenda local que permitió que nuevas artistas travestis ocuparan la escena porteña. A su vez, la presencia de Coccinelle impactó en la subjetivización de las comunidades maricas de la clase popular que fueron espectadoras del show y su raid mediático. La irrupción de la obra de teatro de Coccinelle, al tomar centralidad en la vida cultural, puede ser entendida como la inauguración de una serie de representaciones que tienen por protagonistas a personas transexuales y travestis en los medios de comunicación y en la escena artística mainstream que llegará a su ocaso, tal como detallaremos, con el golpe militar de 1976.

En efecto, en el año 1975 se estrenó en los cines del país, la película de Olmedo y Porcel “Mi novia él…”, cuyo título original era “Mi novia el travesti”. El título fue modificado por el Ente de Calificación Cinematográfica que prohibió el uso de la palabra travesti aduciendo que en argentina no habia travestismo. Paralelamente se prohibió la participación de Jorge Perez, popularmente conocida como Evelyn, quien había sido elegida como protagonista. Jorge Perez/Evelyn fue una artista transformista marica que trabajaba en el famoso caberet Can Can, compañia teatral que, de hecho, participó en la película. Tras su expulsión de la gran pantalla y la negativa de representar su sexualidad en el circuito mainstream, Jorge Perez/Evelyn fue reemplazada por la actriz nacional Susana Gimenez. La actriz encarna a un personaje travesti llamada Dominique, que trabaja en shows teatrales donde se conoce y se enamora de Olmedo.
Paradójicamente, Susana Gimenez en un juego de espejos mediados por la represión y la censura, muestra una performance de género que hoy llamaríamos drag king, puesto que la mayoría del tiempo tiene que ir con traje de hombre bajos los códigos de moralidad y edictos de la época que apremiaba a las travestis. Según el propio Jorge Perez/Evelyn la película sufre muchas modificaciones hasta último momento, por lo cual contiene errores e incongruencias, pero se logra filtrar la palabra travesti en una escena donde ese amor prohibido es retratado en la portada de un diario de prensa de popular.

En paralelo a estos eventos dentro de la cultura de masas, existieron otras expresiones populares de la transexualidad y lo travesti que circularon en ámbitos domésticos, celebraciones y festejos propios de los barrios en las periferias porteñas que se intersectaron por momentos con el lenguaje mainstream de las grandes carteleras teatrales. El carnaval, ha sido representado mayoritariamente como un espacio de liberación para la comunidad travesti/trans, pero lejos de ser un espacio irrestricto contiene hasta hoy códigos y normas de control y vigilancia: sólo en un tiempo pautado, corto y ante los ojos de la sociedad entera se puede andar por aquella pasarela con el cuerpo desnudo y emplumado. Además el carnaval no ha sido un espacio exento de la censura política y la vigilancia policial que obró históricamente como moderador durante estos breves periodos de liberación. Las expresiones de travestismo en los desfiles de carnaval se remontan a sus orígenes, aunque se han modificado desde la simple representación caricaturesca y burlona a una forma de apropiación de la escena y reivindicación de las identidades transfemeninas. Sumado al carnaval existieron una serie de prácticas travestis con raíces en la cultura popular, el mundo del hampa, el arrabal y la oferta sexual. Las whiskerías, los cabarets, el bataclán (escenarios populares) y los prostíbulos han sido espacios habitados por las travestis en donde se produjeron discursos, subjetividades, demarcaciones y lenguajes claves en la constitución de una subcultura travesti/transexual.

Visto de este modo, las formas de inscripción estéticas de las vidas travestis marcan trazos multidimensionales según las agendas globales, las apropiaciones, la geolocalización y el financiamiento de las prácticas artísticas que se logran desarrollar. Contrario a considerar la unidireccionalidad de la empresa cultural financiada sobre las prácticas de la contracultura del arrabal, las formas estéticas que florecen desde la supervivencia de la identidad travesti absorben tanto por las condiciones materiales de la existencia concreta así como por el impacto que irradian las prácticas culturales bien financiadas. Al mismo tiempo que, el teatro de revista y las películas mainstream con presencia trans* también son atravesadas por los condicionamientos sociales de las vidas trans* que están sujetas a las reglas del mercado y su represión sexual.