Sentir el cuerpo como lo monstruoso en Siamesas de María Belén Aguirre
- Marcia Muriel Manino
La poesía posibilita modulaciones diferentes del discurso y como todo texto literario es capaz de percibir las reconfiguraciones de lo sensible que los cambios de época traen aparejados. Desde el siglo XX al siglo XXI, las voces de mujeres aparecen en el panorama literario argentino con fuerte ímpetu ganando lugares que hacen necesario afinar la escucha y la lectura de los matices del “yo” en la escritura poética (Genovese, 2023). Una de esas voces es la de la poeta y escritora tucumana María Belén Aguirre, quien tuvo una abundante producción literaria durante los años 2012-2014. En ese periodo publicó sus textos, fundó la editorial Ediciones de la Eterna y dirigió la Biblioteca Parlante Aroldo Conti, que difundía literatura a personas con ceguera y dificultades motrices o económicas. Luego se recluyó de la escena literaria e incluso social. En el año 2020 ganó el premio del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes con Siamesas, un poemario desenfrenado que condensa la mirada de dos hermanas unidas por la cabeza. Desde el procedimiento literario de lo siniestro, leemos la resignificación de distintos textos de la literatura clásica y de la vida política en Argentina, así como referencias al campo intelectual: poetas, escritores, libros, películas, pintores, personajes.
La doble inscripción crítica de Siamesas, al reconstituirse en un espacio periferizado como el noroeste y visibilizar la experiencia reciente de las escrituras de mujeres, contribuye a reposicionar las ventajas críticas de la categoría literatura regional, pues apelar a ella siempre redunda en la construcción más compleja, con mayores matices distintivos, al momento de reponer un panorama nacional. Dentro de las opciones de interpretación se entiende la categoría literatura regional como una hipótesis de investigación que determina los espacios culturales en función del corpus de análisis. Esto significa superar la idea de lo regional como constructo estable y estereotipado, puesto que se trata de una categoría metodológica o una instancia abstracta para cartografiar espacios culturales, que se pone en funcionamiento de acuerdo a las necesidades y urgencias que cada investigador precisa (Sosa, 2011). Por ello, este texto nos orienta en el establecimiento de un recorte territorial para recomponer el noroeste, un ámbito que por el momento incorpora las culturales literarias y producciones narrativas de algunos centros capitalinos provinciales.
Antes de ir al libro, me interesa comenzar con la polémica que produjo la convocatoria del concurso del Fondo Nacional de las Artes que en el año 2020 puso en funcionamiento el sistema de regiones para propiciar la inclusión y el balance de la participación de textos en provincias que no suelen participar, según la directora del área, Mariana Enríquez. Ahora, pese a que ya el sistema de regiones era difícil de explicar, la polémica se produce porque ese año el concurso estaría enfocado en los géneros de ciencia ficción, fantástico y terror (los géneros bastardos), en formatos de novela, cuento, ensayo, poesía y novela gráfica. Algunos autores salieron a cuestionar la decisión bajo los argumentos de que se excluían cantidad de autores y a géneros como el realismo que podía dar cuenta de la realidad que se estaba vivenciando en todo el mundo por causa de la crisis sanitaria que azotó en ese año. No obstante, el gesto de incluir géneros poco leídos tuvo un impacto positivo en tanto se recepcionaron más de 2000 textos y los premios se los llevaron, en primer lugar, María Belén Aguirre por la región 4 (Jujuy, Salta, Misiones, Formosa, Corrientes, Chaco, Tucumán, La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero) y otros dos escritores de las regiones 3 (Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos) y 5 (La Pampa, Tierra del Fuego, Chubut, Santa Cruz, Neuquén, Río Negro, San Luis, San Juan y Mendoza).
En Siamesas, el yo poético es una de las hermanas unidas por la cabeza quien expresa sobre el espeluznante mundo que habitan junto a su madre. Los nueve capítulos constituyen una especie de nouvelle poética donde se manifiesta el horror por la condición de las niñas, situaciones como encierro, lo inquietante del vínculo materno que se constituye como el único contacto con el mundo y las ausencias. Así, lo siniestro atraviesa cada uno de estos poemas.
El recurso de lo siniestro ha sido una de las claves fundamentales de las que se sirvió la literatura argentina para poner en escena el terror frente a diversas manifestaciones sociales y políticas. En ese sentido la literatura posibilita que se establezcan continuidades entre el terror como impulso emocional y el terror como experiencia política. Freud define lo siniestro como la sensación de espanto que se adhiere a las cosas conocidas y familiares por ser insólitas. Asimismo, lo ominoso es lo reprimido que retorna, no es algo nuevo o ajeno sino familiar a lo cotidiano. Se trata entonces de aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de lo antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo (1919). Es ese algo que, destinado a permanecer en lo oculto, se manifiesta.
Podríamos concluir expresando que Siamesas es un poemario que echa mano del lenguaje mordaz produciendo turbación a partir del tratamiento del terror por la presencia de estas hermanas que poseen un cuerpo desmesurado y enfermo. A partir del triángulo protagónico femenino, vemos un mundo limitado a la casa lúgubre que encierra a las siamesas en el terror, el abandono y la angustia. El único contacto con el mundo se da a través de la madre que en su limitada sapiencia les acerca textos y objetos a través de operaciones metonímicas que les permite a las hijas “ver el afuera”. A partir de un desinterés por color local, rasgo que congrega a variadas escritoras del noroeste, Aguirre escribe un texto en el que tres mujeres son protagonistas, agonistas de un mundo que les fue impuesto con escaso margen para la libertad y, cuya única salida es la muerte. La escritora tucumana, pese a su etiqueta de escritora excéntrica respecto a su generación, forma parte de un corpus prolífero y rico que nace de los impactos que los estudios de género trajeron aparejados en el afán de visibilizar las escrituras de mujeres y que en clara resonancia con las escritoras capitalinas construyen una producción que cobra fuerza por su significación política y estética. Esta poeta, junto a otras (como Fernánda Álvarez Chamale, Fernanda Salas, Lucía García Barraza, Sofía López Flemming, Teresa Hibarra, Elizabeth Soto, Belén Cianferoni, Valentina Quiñones, y demás escritoras cuyas trayectorias autorales comienzan en el 2000) , se inscribe en la región del noroeste – con la marginalidad que ello conlleva dentro del polisistema literario nacional – y aborda sus escrituras desde múltiples puertas de entrada que dan cuenta de un diálogo intergeneracional y de intereses en común, como la influencia de los feminismos y sus consecuentes construcciones de significaciones micropolíticos que denuncian los abusos del patriarcado en una región conservadora; las representaciones en torno a lo religioso y la ciudad; la presencia de lo siniestro; y las miradas sobre la escritura, el proceso creador arman una red conforme a afinidades generacionales que da cuenta de cambios de paradigmas.