4. Afectos, emociones y subjetividades

Hacia una relectura en clave feminista de la obra de las autoras tucumanas: María Eugenia Valentié, Lucía Piossek Prebisch y Elvira Orphée

  • Valdez Fenik Guadalupe (CONICET/ IIEGE)
Resumen

El presente trabajo plantea algunas pautas para releer la obra de tres autoras tucumanas del siglo XX: las filósofas Lucía Piossek Prebisch y María Eugenia Valentié, y la escritora Elvira Orphée desde una perspectiva feminista enmarcada en el giro material. Esto implicará analizar en sus textos el dolor, la vergüenza, el miedo, la repugnancia, el amor, el odio como anclajes emocionales, siguiendo a Ahmed. Valentié y Orphée nos permiten leer los afectos en clave de territorios generizados, ya que sus textos están fuertemente arraigados en la región del NOA.
De Elvira Orphée tomaré su novela Aire tan dulce (1966). Se trata de una novela situada en Tucumán en la década del treinta que retrata el auge de la industria azucarera, y sus consiguientes violencias, en tanto régimen extractivista, propias de una sociedad desigual. La enfermedad surge como la única posibilidad de rebeldía, en Atala, la joven protagonista. La novela reconstruye una trama de violencias clasistas, racistas y machistas cuya tensión va creciendo hasta desembocar en el femicidio de la protagonista en un baile de carnaval. La novela está construida con una estética del asco, que por momentos se vuelve metáfora del odio de clase que detentan al interior del hogar las mujeres de clase media alta que degradan a las “criadas”. La ciudad está recubierta por una atmósfera de odio y maldad, una atmósfera de maldad reparada por Margo Glantz. Proponemos hacer una lectura de cerca del “odio” que se corra de las lecturas metafísicas y lo sitúe en el entramado social y político en que se ubica, una sociedad desigual, una industria que le quita los territorios a los campesinos y deja sus marcas en los cuerpos de las mujeres.
A partir de sus lecturas de Mircea Eliade y Lévi-Strauss, María Eugenia Valentié ve en la Historia del Familiar un objeto de estudio potente. Sin embargo, no lo reduce a la perspectiva de folclore azucarero, sino que le asigna el lugar de un conocimiento igual de legítimo que el conocimiento académico, al que ella nombra como conocimiento mitológico. Así, habla del Familiar en términos de mito, entendido como: “una obra colectiva resultado de un conocimiento totalizador y descubridor de sentidos, que se expresa en un lenguaje simbólico dotado de una coherencia rigurosa que narra acciones paradigmáticas y, en consecuencia, puede ser desencadenante de nuevas acciones y que alude a realidades últimas, las cuales atañen al ámbito de la religión y de la ideología” (25).
Al estudiar el mito del Familiar, Valentié nos muestra una nueva dimensión de análisis -sobre el proceso antes mencionado- distinta al pensamiento historiográfico que, desde inicios del siglo XIX hasta el día de hoy, sostiene el mito liberal del progreso (la cultura europea como paradigma de lo elevado, la confianza plena en el libre mercado, la homogeneización cultural, social y étnica, la confianza positivista del progreso indefinido, etc.), y silencia y oculta un proceso de neocolonialismo, extractivismo, y el avasallamiento de la persona en su cuerpo y territorio. Recuperar el pensamiento de Valentié para reinvidicar una filosofía no androcéntrica que disuelva las tradicionales dicotomías razón/emoción; subjetividad/objetividad para construir una filosofía más inclusiva y de la escucha en la que la afectividad no sea desechada.
De Lucía Piossek tomaré su artículo sobre fenomenología y maternidad en el cual propone al embarazo como una condición beneficiosa para la filosofía que “ha estado consustanciada de modo ancestral con los masculino” (7). Sus bases vienen de una recepción del existencialismo, ya que Piossek estudió y tradujo al filósofo existencialista cristiano Gabriel Marcel. Piossek indagó acerca de “la corporalidad” y la situación de las mujeres durante la gestación y la lactancia, afirmando que la posibilidad de recepcionar a otro cuerpo, garantiza la posibilidad de ejercer una filosofía más abierta al otro. Encontramos en su filosofía algunos ecos de la filósofa Simone de Beauvoir a quien también estudió.
Tomaremos el término crítico “territorios generizados”, planteado por las autoras de Historia Feminista de la literatura argentina (2020) como una forma de pensar desde el feminismo los espacios tradicionalmente virilizados en la literatura argentina. Lucía De Leone (2020) sostiene que esta categoría nos sirve para pensar aquellos textos que “se localizan en espacios no urbanos, y que tampoco establecen con la ciudad de Buenos Aires una relación de necesidad para definirse sobre ejes centro/periferia, adentro/afuera que, al pretenderse inclusivos, no dejan de operar de modo excluyente” (189). Este concepto nos permite también considerar a los afectos como un territorio como sostiene Carolina Grenoville.
También tomaré “Intervenciones patrias, contratos afectivos” (2010) de Silvia Molloy que es quien profundiza la reflexión sobre el género y el territorio, particularmente el espacio rural. Molloy afirma que hay una conexión estrecha entre campo y masculinidad. La autora subraya la importancia del espacio, ese más afuera donde se piensa o se evita pensar el género y destaca que hay otros espacios que aparecen en la literatura latinoamericana del siglo XX, espacios donde sí se piensa al género, se lo negocia y se pone en tela de juicio lo que se espera de él. Esos espacios son, en general, indefinidos, lejanos a la ciudad letrada. Son en particular espacios rurales, espacios de masculinidad, espacios a los que se les ha asignado un significado patriótico donde no solamente se construye el género, sino también la nación. Son espacios virilizados que se ven perturbados, alterados, cuando en ellos interviene lo femenino, visto como anomalía, o incluso como algo monstruoso.

La emocionalidad de los textos en las figuras retóricas: metonimia y metáfora son cruciales para comprender la emocionalidad de estos textos. Como afirma Ahmed las emociones son performativas e incluyen actos de habla. De modo que no discuto la emoción como algo que está "en" los textos, sino como efectos del mismo nombrar las emociones, lo que generalmente funciona mediante las atribuciones de causalidad.
Rastreo aquí la forma en que circulan y generan efectos las palabras que nombran sentimientos y objetos de sentimientos, particularmente en los textos de estas tres autoras del siglo XX: cómo se mueven, se pegan y se deslizan. Los textos que tomaré pertenecen al ámbito de la cultura y se desentrañarán algunas de las tramas que expresan, las que ocultan, en función del contexto social y político de la década del sesenta en el cual se gestan las ideas de estas autoras.


Bibliografía
Molloy, S. (2010) Intervenciones patrias, contratos afectivos” XXIX. Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Canadá: mimeo.
Arnés L; Domínguez, N; Puente, MJ. (2020) Historia Feminista de la literatura argentina. Villa María: Eduvim.
Sosa, Jimena (2018). “Mujeres y Filosofía en el campo intelectual del noroeste argentino” en Monograma. Revista Iberoamericana de Cultura y Pensamiento, n°3, pp. 23-44., http://www.revistamonograma.com/index.php/mngrm/article/view/88

Valentié, María Eugenia, “El familiar” en Mitos y Ritos del noroeste argentino (1997) Valentié, (comp.). Tucumán: UNT- Facultad de Filosofía y Letras, pp. 15-38.
Valentié, María Eugenia (1973). “El Familiar” en Ensayos y Estudios. Revista de Filosofía y Cultura, N°2-3, Tucumán: UNT-FFyL.

Valentié, María Eugenia (1998) De Mitos y Ritos. Tucumán: UNT- Facultad de Filosofía y Letras.

Piossek Prebisch, Lucía (ed.). (1986). Alberdi. Tucumán: UNT, FFyL, Instituto de Historia y Pensamiento Argentinos.

Orphée, Elvira. [1966] (2009). Aire tan dulce. Buenos Aires: Bajo La Luna.