5. Teorías, representaciones y producciones culturales

Lineas de deseo. Una lectura posible del film Muchachas de uniforme desde la fenomenología queer.

  • Agustín Proia (FaHCE-UNLP)
Resumen

Siguiendo las lineas de investigación presentadas en «Fenomenología queer» de Sara Ahmed (2019) el trabajo tiene por objetivo revalorizar el lugar del cuerpo al pensarlo como un dispositivo de orientación afectivo capaz de re-configurar el espacio y desarmar las normas que hacen o no inteligible a los cuerpos en pos de construir espacios y vidas más vivibles (Butler, 1990). Para esto se hará un análisis del film «Muchachas de uniforme» (1931) en el que es posible ver cómo los vínculos que se trazan entre los cuerpos protagonistas re-configuran el espacio educativo regulado por las pedagogías del Imperio austrohúngaro creando un espacio más habitable y un nuevo modo de comprender a los cuerpos que tendrá su auge luego en la República de Weimar (1919-1933).
La fenomenología queer entiende al cuerpo como el punto de inicio irrenunciable a partir del que es posible comprender los espacios que habitamos y que podemos habitar. Esto se debe a que el concepto de orientación —central en este pensamiento— sostiene que la conciencia se dirige siempre hacia un objeto. Pero además hace hincapié en que la orientación parte o se traza desde la experiencia de reconocer que se tiene o se habita un cuerpo. La fenomenología queer —entonces— sostiene que «El punto de partida para la orientación es el punto desde el que el mundo se despliega: el “aquí” del cuerpo y el “dónde” que habita» (Ahmed, 2019: 22). Ahora bien, ¿qué me interesa que tengamos presente al momento de analizar el film desde la fenomenología queer? Que el concepto de cuerpo no es pensado ya como un otro pasivo e ininteligible sino como un dispositivo orientador y dador de sentido a partir del contacto, de las impresiones y del afecto con el propio cuerpo y con el de los demás.
Asimismo, existe en el pensamiento fenomenológico queer un punto en común con las reflexiones sobre el género y lo humano de Judith Butler. Aquí me refiero a la distinción que hace en Cuerpos que importan (1992) entre cuerpos inteligibles (los que importan) y cuerpos ininteligibles (los que no importan) y que por ello están expuestos en mayor grado a distintas formas de violencias que limitan las posibilidades de estas vidas de experimentar o de tener lo que Judith Butler denomina —en términos éticos y políticos— una vida vivible. La fenomenología queer al entender al espacio como una segunda piel que se despliega del cuerpo —llamado “tejido social”— propone el concepto de espacio vivible, siendo este pensado en relación al concepto butleriano de vida vivible. La tarea de habitar un cuerpo —entonces— será construir espacios más vivibles como así también ampliar el campo inteligible del género y de lo humano, es decir, que será construir espacios y vidas más vivibles.
En este sentido, lo queer no será entendido exclusivamente desde la orientación sexual —aunque el film habilita esa lectura al presentar una relación entre dos mujeres protagonistas— sino que será entendido como un desvío. Lo queer como «torcer» o «desviar» las lineas que nos dirigen, esos puntos de presión, esas sujeciones y ese biopoder. Recordemos que el film de Leontine Sagan —cuyo tiempo histórico es 1910— exhibe una situación en donde un grupo de muchachas conviven en un colegio dirigido por el régimen educativo del imperio astrohúngaro. El concepto de dirección y de dirigir es importante en el análisis debido a que, como afirma la fenomenología queer en diálogo con las ideas butlerianas: «Las lineas que nos dirigen, tanto las lineas de pensamiento como las lineas de movimiento, son por tanto performativas: dependen de la repetición de normas y convenciones, de rutas y caminos tomados, pero también se crean como efecto de esa repetición» (Ahmed, 2019: 32).
Así en el film podemos ver cómo el poder riguroso que dirige y ejerce la dirección del instituto sobre las muchachas les produce ciertos puntos de presión que las oprimen pero también podemos ver cómo las lineas de deseo se van trazando entre ellas cuando deciden desplegar el cuerpo en otros sentidos o direcciones que producen espacios más habitables. Como ejemplo de lo primero es destacable el momento en el que las autoridades deciden reducir el número de comidas brindadas a las protagonistas por las crisis que estaba atravesando en el imperio en aquel momento causándoles situaciones de hambre que desatan una huelga por parte de las alumnas. Y en relación a lo segundo es excepcional el momento en el que se quitan el uniforme y se disponen a bañarse de modo colectivo hasta que son regañadas por una de las maestras o institutrices que ingresan en ese espacio. Estas lineas de deseo van configurando a lo largo del film un espacio queer que se fuga de los caminos oficiales trazados por las pedagogías del régimen y que permiten —como veremos al final— salvaguardar la vida de una de las muchachas que vive allí.
El final del film —entonces— funciona a partir del segundo punto de giro que caracterizo como un punto de giro narrativo y también afectivo. A medida que avanza el descontento de las muchachas con el instituto —y las huelgas de hambre— una de las alumnas intenta terminar con su vida pero es salvada por las otras muchachas. Lo clave —creo— en este giro narrativo es que también es un giro afectivo porque no sólo se ponen de manifiesto las fallas del sistema educativo prusiano —y moderno— que permite narrativamente arribar a la conclusión del film (la renuncia de la directora del instituto) sino que podemos ver cómo está operando el despliegue del cuerpo entendido como un tejido social, afectivo, y de contacto, que logra salvaguardar una vida que es parte de ese tejido o de ese despliegue colectivo que supieron construir las muchachas. Cuando está en riesgo el cuerpo de una de ellas el dispositivo se despliega de inmediato, hace contacto, y actúa de modo colectivo como una linea de salvamento.
De este modo, el film concluye con la renuncia de la directora marcando que el modelo disciplinador del régimen educativo moderno —representado en el personaje de la directriz— ha fracasado. Pero además el giro narrativo/afectivo del film está anunciando la construcción de un nuevo «tejido social», de un nuevo «espacio habitable» que tiene como proyecto ético y político lo que seguirá a la disolución del imperio astrohúngaro: el período democrático que se conoce como República de Weimar —a partir de 1919— y que se irá desplegando de modo colectivo varios años hasta que el nazismo decida comenzar a clausurar los espacios, archivos y vidas vivibles que se han ido construyendo a lo lago de ese periodo. No obstante, fue en ese momento histórico en donde los cuerpos que no importaban encontraron un espacio ético y político en donde florecer y hoy son parte del archivo de esas luchas.