Esta ponencia se enfoca en la crítica que realiza Leopoldo Brizuela en su narrativa al discurso hegemónico impuesto por el Museo de Ciencias Naturales de La Plata y sus consecuencias en la memoria colectiva. Tomando como eje la idea del museo como un archivo y, por ende, según Derrida, un ejercicio de violencia “a la vez instituyente y conservador” (2012, pág. 5), observaremos cómo aparece el Museo de La Plata en “Pequeño pie de piedra” (2002) y La locura de Onelli (2012). En estas obras el museo es concebido como la materialización de un proyecto civilizador, aunque el autor hace foco en la exhibición de indígenas vivos y restos humanos saqueados. De esta forma, observamos una perspectiva que coincide con la idea planteada por Walter Benjamin en su Tesis sobre el concepto de la historia (2008 [1942]) de que todo monumento civilizador es a la vez un documento de barbarie.
A partir de este estudio nos proponemos pensar en la función de los museos como forjadores de una memoria colectiva que contribuye a una identidad nacional, pero que también cristaliza el discurso de los vencedores. En el caso de la representación del Museo de Ciencias Naturales de La Plata que realiza el autor, en cambio, a través de la reposición de las lagunas de ese archivo violento se logra construir lo que Didi-Huberman (2011) -basándose en Deleuze y Guattari- llama “una máquina de guerra”, es decir, “un dispositivo capaz de contradecir los aparatos de Estado”. Sobre esta base contribuiremos a la lectura de la obra de Leopoldo Brizuela como la elaboración de una historia a contrapelo que busca desarmar discursos oficiales y, simultáneamente, establecer una línea de continuidad entre el genocidio indígena del siglo XIX y el genocidio llevado a cabo en la última dictadura cívico-militar en nuestro país.